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  • Revista Paréntesis

La hamaca paraguaya, entre la quietud y la distancia

Azaria Vega González, licenciada en Filología Española.

Email: azaria.vega@gmail.com


La película fue galardonada con el premio de Fipresci en la sección "Un certain regard" en el Festival de Cannes del 2006. Foto: https://www.filmaffinity.com/es/filmimages.php?movie_id=410896

¿Cine latinoamericano? ¿Has visto alguna película paraguaya? El cine latinoamericano recorre distintos espacios de percepción artística, tiene sus propios matices, colores y sonidos que muchas veces podemos sentir más cercanos e íntimos. La película de Paz Encina, La hamaca paraguaya (2006) es un ejemplo de esto. Fue filmada por completo en Paraguay, aunque contó con la coproducción de Francia, Países Bajos, Austria, Alemania y Argentina. La realización activó la cinematografía paraguaya que tenía casi tres décadas sin movilizarse y, no solo eso, sino que fue galardonada con el premio de Fipresci en la sección Un certain regard en el Festival de Cannes del 2006.


El film narra la historia desesperanzadora y triste de Cándida y Ramón que esperan el regreso de su hijo, Máximo, de la Guerra del Chaco en 1935, mientras se quejan del clima y de los ladridos de una perra que su hijo los dejó cuidando, sentados en una hamaca paraguaya que viene a ocupar el escenario central del largometraje.


En 1927 el mundo del cine cambió: ese año el sonido llegó a las salas, a partir de esas experimentaciones el vínculo entre sonido e imagen se fortaleció hasta la unión casi inseparable que conocemos hoy en día. Con La hamaca paraguaya presenciamos una innovación auditiva a nivel cinematográfico, ya que está íntegramente hablada en guaraní, lo que llena el texto fílmico de sensaciones distintas y de un ritmo nuevo gracias a esa sonoridad especial que nos lleva a la quietud y a la prolongación del tiempo. 


Sin embargo, la innovación idiomática no es lo único, ya que el hilo narrativo es llevado casi por completo a través de los comentarios y del diálogo de los personajes. Este film tiene una separación marcada de la imagen y del habla: en todo el largometraje, se utiliza una voice-over que no está desvinculada totalmente de la imagen porque la expresión corporal y facial de los personajes remite al guión hablado —la cual también es pausada, lenta y reiterada—, sin embargo, en ninguna escena hay una conexión directa de la enunciación por parte de los personajes con los diálogos que, en apariencia, están haciendo.


Para Isabel Araoz, el film refiere a una estética minimalista en la que “el desplazamiento de la imagen respecto al sonido enfatiza la presencia de temporalidades diferentes” y brinda una idea de repetición e inmovilidad.

Por un lado, es el diálogo quien da cuenta del eje del relato, e, incluso, es esta voz o son estas voces las que por instantes nos llevan a flashbacks narrativos del momento en el que el hijo se despide muy atemorizado de sus padres para ir a la guerra, a partir de ahí se crea una separación de los roles de género de los personajes: para uno (el padre) es necesario que el Máximo vaya a la guerra por su condición de hombre y para otro (la madre) es doloroso y quiere impedir a toda costa que se vaya.


Por otro, está la imagen, la cámara fija situada a varios metros de la pareja protagonista sentada en la hamaca que nos permea de distancia; el espectador está ahí, observando el sufrimiento de Cándida y Ramón, pero distante, con un ojo un tanto voyerista y pasivo que poco a poco va afinando el oído para prestar atención a los sonidos que son completamente diegéticos como el movimiento de las hojas, el corte de las ramas, el ladrido de la perra, los grillos y la amenaza de la lluvia. Esta imagen también crea una división marcada de los roles del hombre y la mujer, cada uno está ocupado en sus labores cotidianas claramente establecidas: Ramón se ocupa de las plantaciones y Cándida lava la ropa. 


El uso de la cámara fija y estática aumenta la quietud de la atmósfera y del tiempo, esto da la sensación de que el tiempo no pasa. Foto: https://www.tabakalera.eu/es/hamaca-paraguaya-paz-encina-la-era-atomica

La directora utiliza una cámara fija y estática que aumenta la quietud de la atmósfera y del tiempo, dan la sensación de que el tiempo no pasa, no corre y, con esto, la espera de la noticia del fin de la guerra o de la muerte o sobrevivencia del hijo es eterna y desgastante. Este recorrido visual acompañado por las constantes preguntas de Ramón: “¿Qué día es hoy?” desdibujan la temporalidad y la alargan. Por lo tanto, se siente una pérdida del tiempo, un sin-saber de la actualidad, situación que se puede vivir en un ambiente selvático y alejado como el que se presenta en el film. En el detrás de cámaras de la película, Encina declara que en Paraguay “se está viviendo un pasado en presente todo el tiempo”.


Colabora con esta calma y pesadez del tiempo el ambiente atmosférico: siempre se cree que va a llover y hace un calor constante, es decir, prima la humedad. Además, esta lluvia latente que invade la película y no llega, sino hasta el final, se puede asociar metafóricamente con la espera de las noticias de la vida o la muerte del hijo, la cual está ahí acechando, pero ambas tardan en llegar. 


Asimismo, la enunciación de este diálogo que llevan los personajes para conducir el hilo narrativo hasta la llegada de la noticia de la muerte del hijo tiene un cambio dramático, ellos hablan más bajo, más pausado y con más calma. La reunión de la pareja de ancianos en la hamaca al final del largometraje produce un ambiente melancólico y nostálgico que, incluso, nos hace sentir el silencio, un silencio estático que es fracturado por la lluvia que está llegando. De manera que el dolor se evidencia a partir de la entonación de esas voces, sin la necesidad de la música que lo acompañe porque el espacio sonoro se completa con la misma naturaleza que muestra la imagen.





Es un film distinto al cine comercial hollywoodense, con un tiempo poético y quieto, que además aborda el tema de la guerra y el sufrimiento de quienes están en la periferia por los conflictos bélicos que incumben solo a quienes tienen el poder. Y cuenta con tópicos universales como la muerte y la pérdida, que permean el clima latinoamericano. La película propone una nueva forma de contar, en la que no solamente se juega con lo estético sino que pone sobre la mesa una crítica hacia lo político.

Si aún no la han visto, pueden observar la película en la página web www.cine.ar, la cual es de acceso gratuito mediante la creación de un usuario.



Referencias

Araóz, I. (2011). Hamaca paraguaya de Paz Encina. En Crítica.cl, año XXII. Tomado de https://critica.cl/cine/hamaca-paraguaya-de-paz-encina

Courthès, E. (s.f.). Entrevista de Paz Encina. Tomado de https://www.editions-harmattan.fr/auteurs/article_pop.asp?no=9983&no_artiste=15283


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